Hoy, Lisboa fue sacudida por un sismo que, aunque de pequeña magnitud, fue lo suficientemente fuerte como para recordarnos la fragilidad de nuestra existencia frente a la grandeza de la naturaleza. El temblor nos hizo detenernos por un momento y reflexionar sobre nuestra pequeñez ante las fuerzas implacables que rigen nuestro planeta.
El poder de la naturaleza es incuestionable. En textos de diversos filósofos y científicos, se nos recuerda cómo, a pesar de toda nuestra evolución tecnológica y científica, seguimos siendo vulnerables a las fuerzas naturales.
Por ejemplo, en El Futuro de la Tierra, Timothy Morton, al hablar de la "hiperobjetividad" de los problemas ambientales, sugiere que la naturaleza no se preocupa por nuestras vidas ni por lo que construimos; existe independientemente de nuestra presencia, siendo al mismo tiempo grandiosa e indiferente a nuestras acciones.
Saramago, en Caín, aborda la relación entre el hombre y el poder de Dios y la naturaleza, reflexionando sobre la insignificancia humana ante el cosmos. La naturaleza no pide permiso para actuar ni se ve afectada por nuestras preocupaciones cotidianas.
Este sismo de hoy es un claro ejemplo de esa fuerza superior, que nos recuerda que, por más que intentemos controlar los acontecimientos, existen fuerzas más allá de nuestra comprensión y dominio.
Es esencial reconocer nuestra vulnerabilidad y la importancia de estar en armonía con el medio ambiente. La naturaleza sigue su marcha, implacable, y nosotros estamos sujetos a sus leyes. No somos dueños del mundo, sino solo una pequeña parte de un ciclo mayor, un ciclo que nos envuelve y en el que, muchas veces, somos simples pasajeros.
Tal vez sea momento de reflexionar más profundamente sobre nuestra relación con el planeta y, quizás, sobre nuestra responsabilidad de cuidarlo. Como dijo el filósofo francés Michel Serres, “el hombre no está fuera de la naturaleza, sino dentro de ella”. Nuestro desafío no es combatir la naturaleza, sino entender su ritmo y aprender a coexistir con ella de manera más respetuosa y consciente.
Que este evento nos recuerde que, por más seguros que nos sintamos en nuestras casas y en nuestras vidas, la verdadera fuerza reside fuera de nuestro control. Al final, todos somos parte de la naturaleza y debemos aprender a vivir con su grandeza, pero sobre todo, con su imprevisibilidad.
1 comentario
Uma enorme verdade. A natureza impõe e o homem dispõe. Desrespeitamos a natureza e hipotecamos as nossas vidas. Afinal, na natureza, nada se perde e nada se cria mas tudo se transforma.