El tupinambo, también conocido como alcachofa de Jerusalén o girasol batatero, es un tubérculo originario de América del Norte. Cultivado por los pueblos indígenas mucho antes de la llegada de los europeos, es una planta de la familia del girasol, con flores amarillas que se asemejan a las margaritas.

Nativo de la región de las Grandes Llanuras de los Estados Unidos y Canadá, fue introducido en Europa en el siglo XVII y rápidamente se extendió por diversas partes del mundo, volviéndose popular en varias cocinas.

El sabor del tupinambo suele describirse como dulce y terroso, con una textura crujiente similar a la de la patata. Cuando se cocina, tiene una cremosidad similar al puré de patatas, pero con un sabor más suave que recuerda a la alcachofa, con notas de nuez y una ligera dulzura.

El tupinambo es muy versátil en la cocina. Puede consumirse crudo, en ensaladas, donde su crujiente textura mejora el plato. Cocido, puede prepararse de varias formas: asado, en puré o incluso en sopas. Su dulzura natural combina bien con ingredientes salados como quesos y hierbas, además de ser una excelente base para platos vegetarianos.

Además, el tupinambo es rico en vitaminas y minerales, especialmente hierro, fósforo y potasio, bajo en calorías (aproximadamente 45 calorías por cada cien gramos) y una excelente fuente de inulina, una fibra que ayuda en la digestión y en la regulación del azúcar en sangre.

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